REFLUJO GASTRO-ESOFAGICO

¿Qué es?

El reflujo gastroesofágico es el paso de contenido gástrico, que se produce cuando hay un desequilibrio en los mecanismos de defensa normales del esófago. El esfínter esofágico inferior es el músculo en forma de anillo que se encuentra en la unión entre el esófago y el estómago, y es el encargado de relajarse para permitir el paso de alimentos después de tragar, y posteriormente contraerse para impedir que el contenido gástrico ascienda de nuevo al esófago. Sin embargo, en ocasiones el músculo es más débil, se relaja cuando el estómago se encuentra lleno, o existe una hernia de hiato, donde una parte del estómago está desplazada hacia el pecho, y es entonces cuando se produce el reflujo gastroesofágico.

Además, algunos fármacos, la obesidad, el embarazo, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol y de diversos alimentos irritantes como café, bebidas cítricas, chocolate, menta y comidas grasas también pueden contribuir a la aparición del mismo.

Los síntomas más frecuentes o típicos son la regurgitación ácida, que puede llegar hasta la boca, y la sensación de ardor en la boca del estómago o en el centro del pecho. Pero también puede manifestarse en forma de dolor torácico sin ardor, tos crónica, ronquera (laringitis crónica), asma o erosión dental.

Estos síntomas pueden presentarse en personas sanas, y en España el 9.8% de la población presenta síntomas típicos al menos 1 vez por semana. Se considera patológico, denominándose entonces Enfermedad por Reflujo Gastro-Esofágico (ERGE), cuando produce síntomas molestos que pueden llegar a alterar la calidad de vida o cuando aparecen complicaciones como la inflamación del esófago (esofagitis), úlceras esofágicas (esofagitis erosiva), estrechamiento del esófago (estenosis esofágica) o la aparición de células esofágicas anómalas (esófago de Barrett) que posteriormente podrían derivar en cáncer de esófago.

¿Cómo se diagnostica?

Generalmente no es necesario realizar pruebas diagnósticas y se comienza con un tratamiento farmacológico dirigido a aliviar los síntomas. Sólo cuando no hay una adecuada respuesta al tratamiento, hay dudas diagnósticas, o aparecen síntomas de alarma será necesario realizar pruebas complementarias entre las que se encuentran la endoscopia digestiva alta, la pH-metría y la manometría esofágica.

Endoscopia digestiva alta: es la exploración dirigida a valorar la mucosa del esófago, estómago y duodeno, a través de una sonda flexible que contiene una óptica. Además, permite tomar muestras de tejido para realizar su estudio microscópico. Su realización está justificada en pacientes con síntomas típicos que no responden al tratamiento y para evaluar posibles complicaciones.

pH-metría de 24h: es la medición del pH gástrico a través de una sonda fina y flexible. Ésta se introduce por la nariz, y se coloca su extremo distal en la parte inferior del esófago, donde se mantiene durante 24 horas permitiendo cuantificar la cantidad de reflujo e identificar la relación entre reflujo y síntomas. Está indicada su realización en aquellos casos con clínica compatible y mala respuesta al tratamiento médico o en personas con clínica atípica.

Manometría esofágica: es la prueba dirigida a medir la presión del esfínter esofágico inferior, y que permite valorar su correcto funcionamiento. Se utiliza también una sonda que se introduce por la nariz hasta la parte inferior del esófago. Se lleva a cabo en todas aquellas personas que vayan a someterse a una cirugía para corregir el reflujo.

¿Cómo se trata?

Prevención

Se pueden tomar algunos cambios en el estilo de vida que ayudan a evitar la aparición del reflujo:

  • Evitar acostarse tras las ingestas y la elevación del cabecero de la cama evitan la aparición del reflujo mientras se duerme.
  • Dejar de fumar y evitar el consumo excesivo de alcohol.
  • Disminuir la ingesta de los alimentos previamente descritos que relajan el esfínter esofágico inferior como el café, chocolate, grasas, etc.
  • En caso de presentar sobrepeso, es recomendable la realización de ejercicio físico y la pérdida de peso, con el objetivo de disminuir la presión abdominal que favorece la aparición del reflujo.

Tratamiento

Los antiácidos son fármacos que neutralizan el ácido refluido y cuya principal ventaja es la rapidez de acción para aliviar los síntomas de reflujo, pero no proporcionan un alivio prolongado de los síntomas ni ayudan a la curación mucosa.

Por ello, el tratamiento más efectivo y de elección es la utilización de los fármacos denominados inhibidores de la bomba de protones (omeprazol, pantoprazol, esomeprazol, etc.) que disminuyen la secreción ácida gástrica al bloquear su lugar de producción en el estómago. De manera que son útiles para evitar la aparición de síntomas ayudando igualmente a la curación mucosa en caso de aparición de complicaciones.

El tratamiento quirúrgico es una opción para aquellas personas cuyos síntomas no se alivian con fármacos o para aquellas en las que las complicaciones persisten a pesar de un tratamiento médico adecuado. Además, la cirugía puede preferirse al tratamiento farmacológico en personas jóvenes a las que no les gusta la idea de tener que seguir tomando medicamentos durante muchos años.

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