FISURA ANAL Y PATOLOGÍA HEMORROIDAL

¿Qué es la fisura anal?

La fisura anal es un desgarro en la mucosa del ano que se extiende desde el margen anal hacia la línea pectínea.

En más del 95 % de casos se localiza en el rafe posterior, la incidencia es parecida en hombres y mujeres, y generalmente ocurre en personas jóvenes.

Los factores predisponentes para su aparición son sobre todo el estreñimiento, la diarrea crónica y la cirugía previa de la zona.

¿Qué síntomas puede presentar?

El síntoma principal de la fisura es un dolor anal intenso con la defecación, que desaparece a los pocos minutos para reaparecer después durante varias horas.

Además se asocia una hipertonía del ano y puede acompañarse de un leve sangrado rectal (sangre roja fresca escasa tras la deposición).

¿Cuál es el tratamiento de la fisura anal?

El tratamiento se basa en conseguir un ritmo intestinal regulado y sin esfuerzo, mediante suplementos de fibra o laxantes.

El tratamiento médico consiste en pomadas de nitroglicerina, inyección de toxina botulínica o lidocaína.

Cuando el tratamiento médico no es suficiente, la solución sería la cirugía, realizando una esfinterotomía  lateral interna subcutánea.

¿Qué son las hemorroides?

Las hemorroides son estructuras anatómicas presentes en todas las personas cuya función es sujetar y ocluir parcialmente el ano durante la defecación, contribuyendo  a la continencia.

La patología hemorroidal ocurre cuando estas estructuras se prolapsan.

Suelen aparecer relacionados con el esfuerzo defecatorio en el estreñimiento, la obesidad, el embarazo y relacionado con algunas profesiones, sobre todo  en las que trabaja sentado durante muchas horas.

Existen cuatro grados de hemorroides dependiendo de si es posible reducirlas espontáneamente o debe plantearse un tratamiento quirúrgico.

¿Qué síntomas dan las hemorroides?

Los síntomas más frecuentes son el picor anal y el sangrado rectal: sangre roja fresca que suele aparecer tras la defecación y que puede verse en forma de sangre al limpiarse en el papel  o en forma de goteo o pequeño chorro  en el inodoro.

También puede presentarse como sensación de bultoma anal.

Si  se asocia a dolor anal importante habría que descartar una trombosis, una complicación de las hemorroides que precisa intervención quirúrgica urgente.

¿Cómo se diagnostican?

El principal método diagnóstico es la exploración anal, pero puede hacer falta realizar alguna exploración complementaria como la colonoscopia, sobre todo para descartar otras patologías que puedan cursar con síntomas similares.

¿Cuál es el tratamiento de las hemorroides?

El tratamiento pretende evitar el prolapso para que no produzcan síntomas. Para ello, deben aplicarse ciertas medidas higiénico-dietéticas como:

  • Corregir el estreñimiento: seguir una dieta rica en fibra, uso de laxantes formadores de bolo, evitar sedentarismo y realizar ejercicio.
  • Evitar comidas picantes o alcohol, que favorecen su aparición.
  • Evitar la sedestación prolongada en el inodoro, ya que esa postura favorece el prolapso.
  • Realizar una correcta higiene anal después de la defecación: se recomienda evitar el papel y realizar lavado con agua y jabón con pH ácido (5,5).

Cuando las hemorroides sean sintomáticas podremos optar por varios tratamientos diferentes según el grado de las hemorroides:

  • Tratamiento tópico con pomadas con o sin corticoides.
  • Tratamiento oral con fármacos venotónicos.
  • Inyección de esclerosantes en los paquetes hemorroidales: se pueden inyectar varios agentes esclerosantes, en varias sesiones, con el objetivo de provocar una fibrosis en la hemorroide y así evitar el prolapso.
  • Ligadura con bandas elásticas: se realiza a través de un endoscopio y consiste en estrangular la hemorroide para que se necrose y se desprenda.
  • Cirugía: generalmente se reserva para las hemorroides de mayor grado y cuando el paciente no ha respondido a otras opciones terapéuticas.